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Gran Victoria y Gloria de Nuestro Pueblo en el Acto por el 80⁰ Aniversario de la Liberación de la Patria

   Rodong Sinmun - Viernes, 15 de agosto de 2025. Página 3   

 

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Discurso del estimado camarada Kim Jong Un en el acto conmemorativo del 80.º aniversario de la liberación de la Patria

¡Queridos camaradas y amigos!
¡Amados ciudadanos de Pionyang y pueblo entero de la nación!
¡Heroicos efectivos del Ejército Popular!

Hoy, en esta Plaza de la Liberación, otrora estremecida por el júbilo infinito de millones al recibir a la Patria, abrazamos nuevamente la emoción de aquel 15 de agosto hace 80 años.

Esta conmemoración, que contempla la sagrada trayectoria del renacer y desarrollo de nuestro Estado, es a la vez una iluminación histórica y un recuento de orgullo. Revela cómo los 80 años de Corea —forjados con el espíritu inmortal que transformó el destino del pueblo, las luchas arduas de los precursores y la historia indoblegable de la nueva Corea— se alzan en la cumbre de la dignidad y la gloria.

En este momento trascendental, en nombre de todos los descendientes que disfrutan vidas plenas en esta tierra de libertad y prosperidad heredada, rindo tributo sublime a los combatientes revolucionarios antijaponeses y mártires patrióticos que consagraron todo a la sagrada lucha por la independencia y el florecimiento de la Patria.

Extiendo calurosos saludos al pueblo entero que, con amor ardiente y sabiduría infinita hacia nuestra Patria preciosa y sagrada, crea una nueva era de poderío y desarrollo, y a todos los efectivos de nuestras Fuerzas Armadas.

Recordamos con reverencia las hazañas combativas de los soldados del Ejército Rojo que derramaron su sangre por la causa de liberación de nuestro pueblo, y rendimos homenaje sagrado a los mártires.

Asimismo, transmito cálidos saludos a los distinguidos invitados de Rusia, incluido el camarada Vladímir Vladímirovich Putin, Presidente de la Federación de Rusia, quien celebra junto a nosotros el Día de la Liberación como fiesta común de ambas naciones con profunda confianza y camaradería, y a Viacheslav Volodin, visitante de nuestro país, junto a nuestros queridos camaradas y hermano pueblo ruso.

¡Camaradas!

El 15 de agosto de 1945 es el punto de inflexión que restituyó al pueblo coreano su dignidad autónoma, vital como la sangre misma: un día de gran victoria.

Aunque muchos pueblos sufrieron bajo guerras de conquista imperialista, ninguna nación padeció una humillación tan completa como Corea bajo el dominio colonial japonés.

Fue la liberación de la Patria la que detuvo el flujo de la historia de la perdición nacional, marcada por la mayor ignominia en cinco milenios y la angustia del pueblo.

Conmemoramos la liberación no solo como el tránsito de colonia a Estado independiente, sino como legado sagrado: porque en ella cristaliza el espíritu noble y los sacrificios del pueblo coreano.

El período colonial japonés se registra como historia de sufrimiento, pero también como crónica de resistencia escrita con sangre por un pueblo que jamás transigió con la injusticia.

Pese a las atrocidades sin precedentes del imperialismo japonés para aniquilar hasta el alma de Corea, jamás quebraron la inquebrantable voluntad independentista de nuestro pueblo. La lucha patriótica antijaponesa, dispuesta al sacrificio, nunca cesó.

El combate armado de los mejores hijos e hijas de Corea contra el militarismo japonés —dominante en Asia— fue una batalla sangrienta a vida o muerte. Cargando el destino de la Patria y la posteridad, soportaron penalidades y sacrificios. Los logros de la revolución antijaponesa, firmes en la postura autónoma, son prueba irrefutable del camino de autosuficiencia iniciado por Corea.

El carácter revolucionario de nuestra causa liberadora radica en esto: no fue casualidad histórica, sino triunfo del espíritu Juche, sostenido con sacrificios de las masas populares.

Con el 15 de agosto, nuestro pueblo recuperó soberanía, territorio, recursos, historia y cultura. Obtuvo toda posibilidad para labrar libremente su destino y entró como dueño en la senda de gran construcción para el desarrollo democrático y la felicidad.

Ochenta años han pasado, pero el peso y valor de esta fecha —conquistada con voluntad y lucha— permanecen inalterables.

¡Camaradas!

Hoy recibimos el 80.º aniversario de la liberación con orgullo infinito, tras grabar ante los precursores, la Patria y la posteridad las gestas más dignas.

Sin generaciones que defiendan con sus vidas la historia forjada a sangre, hasta el derecho al recuerdo glorioso se perdería.

Poder celebrar este día con grandeza prueba que nuestra lucha por construir una potencia eternamente próspera sobre esta tierra regada con sangre roja de precursores ha sido justa.

El 15 de agosto es día de victoria de anhelos seculares, pero también inicio de la lucha para enterrar el sufrimiento mediante una nación poderosa.

La misión histórica de los comunistas coreanos, iniciada entonces, fue desde el primer paso una proeza colosal: romper dogmas establecidos y enfrentar fuerzas contrarrevolucionarias.

Tras la liberación, aunque cayeron fuerzas reaccionarias, las guerras de agresión imperialista, las maquinaciones divisionistas y el neocolonialismo, sumados a presiones hegemónicas, crearon obstáculos inmensos.

Pero todo esto fracasó ante la dignidad indomable del pueblo coreano.

La convicción autodeterminista —¡nunca más sometidos!— venció tiranías. El afán patriótico por una vida digna superó adversidades.

En décadas arduas, la gloriosa crónica de construir política, economía y defensa a nuestra manera grabó dos verdades: la vitalidad de la línea Juche como principio estatal inquebrantable, y el carácter coreano: "¡Antes la muerte que la humillación!".

El dolor y las privaciones en este camino —proteger nuestro sistema y hacer la Patria poderosa— llenarían mil tomos.

Mas nuestro pueblo posee un orgullo singular: ve los frutos de su lucha como gloria, y transforma el sufrimiento en dicha.

Construir y defender nuestro poder, forjar una fuerza inviolable, edificar prosperidad a nuestro modo: este es el orgullo único del pueblo coreano.

Con esta fuerza y orgullo, la Patria es hoy baluarte que defiende autodeterminación, justicia, dignidad y paz. Derrota la arrogancia imperialista y contribuye decisivamente a la liberación humana.

Ilimitados son la emoción y el orgullo de nuestro pueblo, que al celebrar 80 años de liberación, construye con sus manos una patria poderosa donde los sueños y juventud de los precursores revolucionarios brillan eternamente.

El 80.º aniversario de la liberación es monumento al florecimiento coreano erigido sobre independencia autónoma, y cúspide histórica de dignidad y gloria forjada con conciencia Juche y lucha inquebrantable.

¡Camaradas!

Al evocar 80 años desde el nacimiento de la nueva Corea, nos embarga ilimitada reverencia hacia nuestro gran pueblo.

En nuestra memoria viven innumerables nombres de héroes de todas las épocas; en nuestros corazones laten las almas de quienes entregaron sueños, amor y juventud a esta tierra.

La excepcional entereza de este pueblo —que dio vidas e hijos sin vacilar por la Patria y la revolución, y que honra como gloria (no luto) a quienes no regresaron— se ha transmitido sin mancha por un siglo, desde la resistencia antijaponesa hasta hoy.

Hoy vemos: no fue impulso circunstancial, sino el noble ideal de vida de nuestro pueblo —entender la existencia consagrada a la victoria y gloria patrias como dicha suprema—. Es expresión viva de la grandeza coreana, tradición eterna nacida de la sangre.

¡Esta continuidad inmortal es la excelencia primera del pueblo coreano!

Historia y presente demuestran con claridad: ¿Quién custodia el poder? ¿Qué espíritu sostiene la continuidad revolucionaria? ¿Dónde radica la fortaleza de Corea?

El pueblo es intrínsecamente justo y poderoso, pero no existe otro tan justo, tenaz y orgulloso como el coreano.

Tal pueblo es invencible; un Estado edificado y sostenido por tales patriotas es eternamente fuerte.

Aprovecho esta tribuna para rendir homenaje supremo y enviar saludos cordiales a nuestro pueblo, fiel sin límites a su misión histórica con amor verdadero a la Patria y entereza inquebrantable.

¡Camaradas y amigos!

En la epopeya de la liberación coreana están grabadas las gestas de los soldados del Ejército Rojo que combatieron heroicamente en el frente antifascista mundial. Nuestro pueblo guarda viva memoria de los méritos internacionalistas de los mejores hijos del pueblo ruso.

Los ideales justos y esfuerzos del pueblo ruso apoyando luchas de liberación antimperialistas son herencia preciosa de las relaciones coreano-rusas, cimentadas en sangre.

Hoy, los lazos coreano-rusos se desarrollan como alianza sin precedentes, consolidada en la lucha común contra el neonazismo y por la soberanía y justicia internacional.

Nuestras dos naciones siempre estuvieron en el lado correcto de la historia, y hoy expresan mediante lucha firme las aspiraciones humanas contra la hegemonía.

Este año, la humanidad conmemora el 80.º aniversario de la derrota del fascismo.

Pero hoy, en la escena internacional, fuerzas intentan borrar los frutos de la lucha antifascista y de liberación nacional. La arrogancia imperialista contra Estados soberanos alcanza niveles críticos.

Destruir estas maniobras —que bajo pretextos hegemónicos arrastran a Europa, Asia y el mundo hacia la derechización— es tarea histórica de los pueblos amantes de la paz. Exige sólida unidad del campo progresista.

Corea y Rusia escriben hoy nueva historia de justicia en la primera línea de lucha por la dignidad nacional y la paz mundial.

La fuerza de la unidad coreano-rusa —cimentada en ideales nobles, amistad verdadera y tradiciones revolucionarias— es infinita.

Nuestro Partido y Gobierno serán siempre fieles a la misión histórica de autodeterminación y justicia. En este camino, los pueblos fraternales de ambas naciones compartirán por siempre la gloria sagrada de los vencedores.

¡Camaradas!

Esta Patria edificada y cultivada por un gran pueblo avanza con ímpetu hacia la prosperidad, pese a desafíos históricos.

Ante los precursores que dieron su vida por la Corea poderosa y eternamente próspera de hoy y mañana, y ante las generaciones futuras, nuestra misión es inmensa.

¡Por la gran potencia! ¡Por el bienestar y florecimiento eterno de nuestra amada Patria! Avancemos sin vacilación, venciendo todos los desafíos.

Con la fuerza templada en la lucha, con el orgullo y carácter únicos de nuestro pueblo, elevemos nuestra Patria a mayor grandeza.

La gran historia de dignidad y gloria del pueblo coreano brillará por milenios y generaciones.

¡Viva el gran pueblo coreano!
¡Viva nuestra gloriosa Patria, la República Popular Democrática de Corea!

 

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